¿ Recordáis las primeras ediciones del programa de David Letterman, que contenían una sección dedicada a lo que podían hacer los animales domésticos? Si no lo habéis visto nunca o lo no recordáis, os haré un resumen: un zoquete llevaba al programa a su caniche bien acicalado y le obligaba a saltar por un aro en llamas para ganar un premio (por lo general, una galleta) y los elogios sin sentido del público. Era un espectáculo absurdo, pero divertido de una manera pervertida y estúpida. No vi que ningún can llegara a quemarse, pero esa posibilidad siempre existía.
Cuando pienso en el culturismo y en las hormonas tiroideas, siempre me viene a la mente una de esas imágenes del programa de Letterman. Tenemos a un culturista (el caniche acicalado) que utiliza una sustancia peligrosa (las hormonas tiroideas —el aro de fuego—) para ganar un trofeo y quizás algún dinero (la galleta). Creo que es una buena analogía. En la actualidad, recibo entre 50 y 100 mensajes semanales de los lectores. Al principio, la mayoría solicitaba información sobre los esteroides, pero últimamente me llegan cada vez más con la siguiente pregunta: ¿cómo debo utilizar las hormonas tiroideas para recortarme? Alrededor de un 75% de estas consultas proceden de mujeres que piensan que tragar pastillas —y no el trabajo duro y la determinación— constituye el mejor modo de perder grasa.
No siento demasiado interés por las hormonas tiroideas porque opino que son de los preparados farmacéuticos más peligrosos del arsenal químico de los culturistas —sin duda, son más peligrosas que los esferoides—. Mi intención es la de ilustraros acerca de la naturaleza de estas hormonas y quizás entonces comprendáis por qué no siento demasiado interés por ellas.
LAS TIROIDES GEMELAS
Las hormonas tiroideas tienen un efecto marcado sobre el metabolismo, la función cardiaca, el crecimiento y el desarrollo. El ritmo metabólico de la mayoría de las células se ve directamente afectado y modulado por estas hormonas. Asimismo, aumentan tanto la fuerza como la velocidad de las contracciones cardiacas. Durante la infancia y la adolescencia, estimulan la madurez. La ausencia de estas hormonas conduce de manera irreversible al enanismo y a un retraso mental profundo. |
La tiroides, una glándula con forma de reloj de arena que se encuentra en la garganta, secreta dos hormonas bioactivas: la triiodotironina (T3) y la tetraiodotironina (T4, pero conocida también como tiroxina). Como se muestra en la figura A, la estructura de estas dos hormonas es muy similar; la única diferencia reside en que la T4 posee cuatro grupos de yodo mientras que la T3 posee sólo tres. Los efectos biológicos de la T4 y la T3 son bastante parecidos; sin embargo, cuando se comparan en cantidades de moles o microgramos, la T3 es entre tres y cuatro veces más potente que la T4. Y gran parte de la T4 queda convertida en el organismo en T3 por la acción de una enzima denominada 5-deiodasa.
La T3 y la T4 que pueden adquirirse en pildoras I son fármacos elaborados por el hombre que precisan prescripción médica. Las versiones sintéticas son idénticas a las que elabora el organismo. La T3 sintética se conoce con el nombre genérico de liotironina y la T4, con el de levotiroxina. Los fármacos que contienen tanto T3 como T4 suelen recibir el nombre genérico de liotrix. Existe también una versión inyectable (e increíblemente peligrosa) de liotironina, pero los culturistas jamás tendrán acceso a ella.
ACCIÓN Y SÍNTESIS DE LAS HORMONAS TIROIDEAS
Las hormonas tiroideas realizan tres acciones importantes: la estimulación del uso de la energía, la estimulación del corazón y la estimulación del crecimiento y del desarrollo. El uso de la energía eleva el ritmo metabólico basal, lo que lleva a un mayor consumo de oxígeno, una mayor producción de calor y, por tanto, un mayor gasto calórico. La estimulación del corazón incrementa tanto la fuerza como la velocidad de las contracciones del corazón, lo que causa un aumento de la función cardiaca. De igual modo, las hormonas tiroideas desempeñan un papel muy importante en el desarrollo y el crecimiento. Durante la infancia, son esenciales para que se produzca un desarrollo normal del cerebro y poseen un efecto significativo en el crecimiento del músculo esquelético exclusivamente en los niños.
La síntesis de las hormonas tiroideas se lleva a cabo en cuatro pasos (ver figura B). He rodeado con un círculo los números del diagrama que se corresponden con las etapas que describiré a continuación. Paso 1: La formación de la hormona tiroidea se inicia con el transporte activo de yoduro a la tiroides. En circunstancias normales, durante este proceso se registran en esta glándula concentraciones de yoduro entre 20 y 50 veces superiores a las que se pueden encontrar en el plasma sanguíneo. Paso 2: A continuación,el yoduro se oxida y se convierte en yodo (la forma bioactiva del yoduro). La enzima peroxidasa es la responsable de esta oxidación. |
Paso 3A-3B: El yodo activado se incorpora a los residuos de tirosina, que se encuentran unidos a una tiroglobulina (una gran glucoproteína). Como muestro en el diagrama, una molécula de tirosina puede recibir uno o dos átomos de yodo, con lo que se produce monoiodotirosina (MIT) o diiodotirosina (DIT). Paso 4A-4B: El último paso de la producción de hormonas tiroideas consiste en la unión de las tirosinas yodadas. Uniendo una MIT con una DIT se obtiene T3 y uniendo una DIT con otra DIT se obtiene T4.
La secreción hormonal de la tiroides se produce mediante un proceso proteolítico. La cantidad de T4 que se libera es superior a la de T3. Sin embargo, gran parte de la T4 se convierte en T3 debido a la acción de esa enzima que se encuentra en el tejido periférico denominada 5-deiodasa. De hecho, el 75% de la T3 que se encuentra en la corriente sanguínea procede de la conversión de T4 en T3.
Más del 99% de la T3 y T4 que se halla en la corriente sanguínea está unida a proteínas plasmáticas y, por lo tanto, sólo hay disponible una pequeña cantidad de hormona tiroidea para producir efectos biológicos. (Si se encuentra unida a una proteína, queda inutilizable temporalmente.) Las hormonas tiroideas se eliminan a través del metabolismo hepático y, puesto que la mayoría está unida a proteínas plasmáticas, tienen una vida media larga: unos dos días la de la T3 y cerca de siete la de la T4.
Las hormonas tiroideas están reguladas por el eje hipotálamo-hipófiso-testicular. El íúpotálamo secreta la hormona liberadora de rirotropina (TRH), que actúa sobre la glándula pituitaria anterior, lo que causa la secreción de la hormona estimuladora de la tiroides (TSH). La TSH actúa entonces sobre la glándula tiroides y estimula todos los aspectos relacionados con la secreción de hormonas tiroideas. Si tomo sustancias tiroideas sintéticas, mi nivel de T3 y T4 en plasma aumentará. El hipotálamo detectará este incremento y reducirá la producción de TRH y. por consiguiente, el nivel endógeno de hormonas tiroideas descenderá.
UN PACTO CON EL DIABLO
Si sois inteligentes, comprenderéis las consecuencias que el consumo de hormonas tiroideas puede acarrear a un culturista. En el caso de que no seáis tan inteligentes, os las explicaré. Los culturistas utilizan las hormonas tiroideas para aumentar su ritmo metabólico y poder, así, quemar más calorías (con la esperanza de que sea tejido adiposo, aunque no siempre es así). Este método es potencialmente útil en las ocasiones en las que el culturista debe desprenderse de una gran cantidad de grasa en un espacio de tiempo breve a fin de presentarse a esa competición tan importante.
No me gustan las hormonas tiroideas por un par de razones. No cabe duda de que a corto plazo estas hormonas os harán perder grasa a una velocidad supersónica. No obstante, utilizarlas es como hacer un pacto con el diablo. Lo pagaréis más tarde, y con intereses. A diferencia del eje hormonal que controla la producción de andrógenos. el eje que controla la producción de hormonas tiroideas no es tan piadoso. Por lo tanto, si una persona utiliza una cantidad excesiva de sustancias tiroideas durante un espacio prolongado de tiempo, su cuerpo reducirá o detendrá de manera definitiva su producción. Deberá seguir tratamiento médico el resto de su vida.
Los culturistas que utilizan hormonas tiroideas suelen tener un aspecto fantástico el día de la competición, pero al cabo de un mes ganan entré 10 y 15 kilos de grasa. Tenedlo presente: el exceso de hormonas tiroideas aumenta el ritmo metabólico basal, pero también ocurre lo contrario; el déficit de estas hormonas reducirá en gran medida el ritmo metabólico. Cuando los culturistas abandonen los preparados tiroideos, sufrirán hipotiroidismo de manera temporal (con un poco de suerte). Su glándula tiroides no secretará la suficiente cantidad de hormonas para mantener un ritmo metabólico elevado. Tienen dos opciones: comer de manera normal y ponerse como un elefante o morirse de hambre y no engordar.
¿Recordáis que he mencionado que las hormonas tiroideas causan cambios en la función cardiaca? Bueno, un exceso de este tipo de hormonas puede provocar una enfermedad denominada tormenta tiroidea, que puede ser fatal si no se trata de inmediato. Entre los efectos secundarios que se derivan del consumo de estas sustancias destacan la taquicardia, dolor anginoso, temblores, nerviosismo, insomnio, hipertermia, intolerancia al calor y sudor profuso. Si una persona necesita estar fantástica una o dos semanas al año y no le importa el aspecto que pueda tener el resto del tiempo, las hormonas tiroideas podrían constituir una opción aceptable. Si yo deseara tener buen aspecto todo el año, no tocaría esos fármacos.
Existe todo tipo de mediación tiroidea. La que se utiliza con más frecuencia en Estados Unidos son Cytomel (liotironina que se presenta en comprimidos de 5 y 25 microgramos), Synthroid (comprimidos de 50 a 500 microgramos de levotiroxina) y Thyolar (liotrix presentado en comprimidos de 60 microgramos en una proporción de T4 y T3 de 4:1). Existe un fármaco en Europa denominado Triacana que es casi una sustancia tiroidea, un derivado de la liotironina con algunas diferencias en los aminoácidos que lo distinguen del resto de preparados tiroideos y que, en principio, no es tan perjudicial para el eje hormonal. No he visto nunca Triacana, así que supongo que su disponibilidad es bastante reducida.
Si me decidiera a utilizar un fármaco tiroideo para perder grasa, lo más probable es que optara por Cytomel (comprimidos de liotironina), pues es el que posee una acción más breve. Seguramente no tomaría más de entre 15 y 25 microgramos diarios y no durante largo tiempo —como mucho, 21 días—. Es posible que muchos culturistas se mofen de mi precaución. He oído decir que algunos insensatos toman la friolera de 400 microgramos de Cytomel diarios durante varias semanas. Todos ellos, sin excepciones, han experimentado efectos secundarios graves. Otros culturistas os dirán que no podréis perder grasa a menos que toméis más de 50 microgramos diarios, pero muchos de ellos han estado tomando estas sustancias de manera ininterrumpida durante varios años. Observad lo que les ocurrirá cuando las abandonen, si es que las abandonan. Conozco a una mujer que fue reina del fitness y que decidió dejar de utilizar estas sustancias. En poco menos de tres meses pasó de pesar unos esbeltos 55 kilos a unos fofos 82. Estaba horrorosa. Os garantizo que no volveréis a ver en un escenario a una estrella que era conocida en todo este país. Su eje hormonal sufrió tal alteración que ni siquiera logró perder la grasa que había ganado recurriendo de nuevo a los preparados tiroideos.
He aquí otros hechos que no deben olvidarse. Los fármacos tiroideos elevan el ritmo metabólico basal y, por lo tanto, la temperatura corporal. Cualquier persona que utilice estas sustancias tendrá un aspecto sudoroso y sentirá calor. Por cada grado Fahrenheit que se eleve la temperatura corporal normal, quemaréis un 7% más de calorías de lo habitual a fin de producir este exceso de energía calorífica. Si seguís una dieta de 3.000 calorías diarias, sólo quemaréis 210 calorías más cada día (o poco menos de 225 gramos de grasa por semana). Si creéis que podéis elevar hasta ese punto vuestra temperatura corporal mediante los fármacos tiroideos, estáis equivocados. Necesitáis una cantidad significativa para experimentar un ascenso de apenas uno o dos grados. Aumentad la cantidad de estas sustancias y sufriréis unos efectos secundarios que no os gustarán. Y ese aumento de la temperatura os hará sentir fatal, como si tuvierais la gripe. Probablemente, lo mejor es que os mantengáis alejados de estas sustancias y eliminéis el exceso de grasa mediante la dieta y el entrenamiento adecuados. El riesgo que representa utilizar hormonas tiroideas (junto con otras sustancias para perder peso, como la dexfenfluramina, la fentermina, la fenilpropanolamina, el dinitrofenol y el clenbuterol) no compensa los resultados. Hacer un pacto con el diablo tiroideo os podría costar vuestra alma culturista.