Este artículo trata el proceso de la reducción del tejido adiposo y la manera de potenciar la propia dotación genética. Toda información relativa a la mejora del físico debe revelar los secretos que llevan a superar los límites fisiológicos; al fin y al cabo, puede que no poseamos una definición como la de Dexter Jackson ahora mismo, pero, con el tiempo, nada nos impide mostrar ese aspecto si realmente estamos determinados a conseguir nuestros objetivos. Continuad leyendo y aprended a conocer vuestro cuerpo. Ha llegado la hora de despedirse de la grasa.
BIOLOGÍA BÁSICA SIMPLIFICADA
Uno de los máximos responsables de que estéis ahora mismo vivitos y coleando es el adenosintrifosfato (ATP). Sin él, el corazón se pararía, los nervios dejarían de conducir los impulsos, los músculos entrarían en un estado de rigor mortis y moriríais. No obstante, el ATP no sólo os mantiene en este planeta, sino que, además, incide en los porcentajes de grasa y de músculo. La clave para comprender la pérdida de peso radica en la manera en que el organismo elabora ATP a partir de los lípidos, la glucosa y las proteínas. Observemos la relación de este agente con la lipólisis.
Como sabéis, el cuerpo está compuesto de células, cuya central energética es la mitocondria. Ésta obtiene las fuerzas que precisamos para vivir —es decir, el ATP— de una gran variedad de nutrientes, entre los que se incluyen las sustancias resultantes de la descomposición de los prótidos, los azúcares y las grasas. Si queremos descubrir
cómo olvidarnos del exceso de tejido adiposo, es imprescindible comprender a la perfección el funcionamiento de la mitocondria. Estos datos nos permitirán manipular las hormonas para ver realizado nuestro propósito, así como identificar los compuestos que debemos consumir para incrementar la participación celular en la pérdida de grasa.
¿QUÉ SIGNIFICAN FOSFORILACIÓN OXIDATIVA Y TRANSFERENCIA DE ELECTRONES?
Fosforilación oxidativa y transferencia de electrones sería un buen título para un libro de bioquímica. Intentaremos descifrar este pequeño jeroglífico científico. La fosforilación oxidativa no es más que la unión de un grupo de fosfato al adenosindifosfato (ADP) con la presencia de oxígeno para obtener ATP. Por otro lado, la transferencia de electrones es el procedimiento que posibilita esta transformación. En otras palabras, los electrones recorren el perímetro de la mitocondria comunicándole que libere iones de hidrógeno, que se acumulan a su alrededor. En poco tiempo, la cantidad de iones en el exterior de la mitocondria supera a la del interior, situación que en bioquímica recibe el nombre de gradiente y que da lugar al ATP. Ya tenéis lista vuestra dosis de vitalidad.
Si sois algo más curiosos, os interesará averiguar la procedencia de los electrones que intervienen en este proceso vital. Provienen del NADH (abreviatura de dinucleótido de nicotinamida-adenina, reducido), que está
compuesto por los nutrientes de la alimentación, ya sean proteínas, carbohidratos o lípidos. Ahora ya sabéis cómo la comida se convierte en energía. El NADH cede sus electrones a la mitocondria para que puedan ser transferidos, lo que crea un gradiente de iones de hidrógeno y la consecuente formación de ATP.
ANTIACOPLAMIENTO: LA CLAVE DE LA TERMOGENESIS
El antiacoplamiento consiste en poner trabas a la consecución de la fosforilación oxidativa. Repasemos primero los puntos clave.
Para elaborar ATP, la mitocondria libera iones de hidrógeno hacia el exterior y da origen a un tipo de gradiente que permite el acoplamiento de ADP y fosfato para obtener ATP. Los iones se desplazan ante el estímulo de los electrones procedentes del NADH, que se sintetiza mediante la acción de la glucosa, los ácidos grasos y los aminoácidos. Mediante el antiacoplamiento, se dificulta el paso de los iones de hidrógeno hacia el exterior de la mitocondria, lo que se conoce como termogénesis.
Las proteínas antiacopladoras nacen en las células adiposas de la grasa parda17 y en el tejido muscular2 7, desde donde se incorporan a la mitocondria. Cuando ésta intenta expulsar los iones de hidrógeno, las proteínas los empujan de nuevo hacia el interior. De este modo, la acción de los electrones derivados del NADH es inútil. La inexistencia de iones impide que el organismo fabrique ATP, con lo que se debe volver a empezar desde el principio. Cabe destacar que mientras que las proteínas antiacopladoras del tejido graso pardo favorecen la producción de calor para regular la temperatura corporal9, las del músculo esquelético controlan los ácidos grasos libres en los miocitos10. Si obstaculizamos el trabajo de la mitocondria, ésta necesitará emplear más glucosa y más ácidos grasos para elaborar ATP. La siguiente cuestión que os deberíais formular es la manera de acrecentar los niveles de proteínas antiacopladoras y, con ello, la termogénesis.
¿CUÁL ES EL PAPEL DE LAS HORMONAS TIROIDEAS EN EL ORGANISMO?
Existen dos tipos principales de hormonas tiroideas: la triyodotironina (Tí) y la tiroxina (TV). La glándula tiroides secreta la T4 que fluye por vuestras venas ahora mismo y parte de la T3, a pesar de que la mayoría de esta sustancia proviene de la acción de la Tt en los tejidos. Cerca de un 0,02% de esta última y un 0,30% de la Tí circula libre (no ligada a las proteínas) por la sangre. Sólo este porcentaje de las hormonas tiene la posibilidad de interactuar con los receptores, ya que el resto no sirve más que de depósito.
Uno de los aspectos más importantes de estos agentes es su metabolismo, llevado a cabo principalmente por unas enzimas en el hígado y en los ríñones4. Los 78 microgramos de T4 que la tiroides produce a diario se traducen en 26 microgramos de T.15. Ésta es 10 veces más potente que su prohormona6, por lo que, teniendo en cuenta que un tercio de la T4 se transforma en T*, la actividad de la primera se puede achacar en gran medida a la Ta a la que da origen.
Los efectos de las hormonas tiroideas sobre el organismo son muy variados. Incrementan el ATP estimulando la función de las enzimas que conducen los impulsos nerviosos (la Na+/K+ ATPasa)6. También resultan
imprescindibles para elevar los niveles de proteínas
antiacopladoras de la mitocondria, lo que. como hemos comentado, es un factor primordial de la termogénesis. Se ha demostrado que el paso de poseer una fisiología hipotiroidea (metabolismo lento) a una hipertiroidea (metabolismo rápido), es decir, el aumento de la cantidad de hormonas tiroideas (en concreto, Tí), va acompañado de una subida de ciertas proteínas antiacopladoras en el músculo esquelético8 y en el tejido adiposo pardo9. La comunidad científica coincide en que los receptores de las hormonas tiroideas (la Tj y, hasta cierto punto, la Ta) están relacionados con los genes que regulan la producción los agentes antiacopladores".
Si os sentís confundidos, tened claro como mínimo que las hormonas tiroideas pueden incidir en el proceso de lipólisis a través de los dos tejidos más termogénicos del cuerpo humano: la musculatura y la grasa parda. Si maximizáis la secreción de la glándula tiroidea, favorecéis la conversión de T» en Tí y acrecentáis el número o la sensibilidad de sus receptores, podréis actuar sobre la pérdida de grasa. Por fortuna para los culturistas, se han podido identificar los agonistas beta, que controlan la actividad tiroidea.
¿QUÉ SON LOS AGONISTAS BETA?
No cabe duda de que muchos atletas se sentirían tentados de alterar la función hormonal tiroidea —y, por lo tanto, la termogénesis— mediante fármacos. No obstante, se ha comprobado repetidamente que es probable que el consumo de sustancias como la tiroides sintética dé inicio a un catabolismo general6. La solución puede radicar en la acción de compuestos como el clenbuterol y la efedrina, que afectan a los tres receptores beta (1,2 y 3).
Clenbuterol: A diferencia de la efedrina, el clenbuterol es un agonista específico de los receptores beta-2i: u ,5, que se encargan de la descomposición de la grasa (la lipólisis) y que, por desgracia, no tardan en regularse a la baja si reciben una estimulación continua (como la que supone el uso de clenbuterol)'3. Ello explica por qué la pérdida de peso que experimentan los culturistas con esta sustancia sólo dura un par de semanas. Tomar una dosis superior no serviría más que para agravar el problema de la reducción de la eficacia. Por lo tanto, se necesita una fórmula que potencie los tres receptores beta: la efedrina.
Efedrina: En contraste con el clenbuterol, la efedrina eleva la lipólisis a través de mecanismos directos e indirectos. Su novedosa acción implica la liberación de una hormona llamada noradrenalina, que incide en la totalidad de los receptores beta16. Los resultados de las investigaciones parecen indicar que la misma efedrina puede dar lugar a una repercusión semejante17, por lo que es evidente que es preferible al clenbuterol desde este punto de vista.
La efedrina canaliza el 40% de sus efectos lipolíticos a través del receptor beta-3, mientras que el clenbuterol recurre en general al 218. Esta circunstancia favorece la pérdida de grasa a largo plazo, ya que el receptor beta-3 no es susceptible de regularse a la baja como el 219. Otra buena noticia es que, al igual que las hormonas tiroideas, el receptor beta-3 refuerza la descomposición del tejido adiposo y los niveles de proteínas antiacopladoras (termogénesis)20 21. Ésta última consecuencia también se desprende, aunque en menor medida, de los receptores beta-1 y 222.
Por si eso fuera poco, la efedrina, al no ser específica (es decir, estimula la noradrenalina) también influye sobre los receptores alfa, con lo que aumenta la cantidad de T4 que se transforma en T3 e incrementa la termogénesis23.
En resumen, la efedrina os proporcionará una producción de calor prolongada gracias a la mayor presencia de la T323,24 y os ayudará a libraros del exceso de tejido adiposo mediante la actividad sobre los tres receptores beta.
Por último, parece ser que este compuesto también posee propiedades anabólicas. Diversos estudios han demostrado que, si bien la descomposición proteica no varía con el consumo de efedrina, el equilibrio de nitrógeno sí mejora25. De este dato podemos deducir que la efedrina renueva el tejido muscular. Sólo nos queda por saber cómo maximizar la ya extraordinaria acción de la efedrina en el organismo.
LA COMBINACIÓN MÁGICA
La efedrina emite la señal de descomposición lipídica mediante el adenosinmonofosfato cíclico (AMPc), pero las fosfodiesterasas interceptan el impulso y detienen el proceso. No obstante, la cafeína (procedente de la planta guaraná) inhibe estas enzimas", con lo que deja vía libre para que la señal siga su camino. De este modo, la combinación de efedrina y cafeína puede resultar aún más termogénica?~.
Por otro lado, se ha comprobado que los efectos de estos dos compuestos se multiplican si les añadimos aspirina, que se extrae de la corteza de sauce. La estimulación de los receptores beta se traduce en la liberación de un tipo de prostaglandina. Esta activa el mensajero proteico que inhibe la producción de AMPc. con lo que se puede debilitar la indicación de pérdida de grasa. La aspirina evita que la prostaglandina actúe, de modo que las propiedades lipolíticas de la efedrina quedan intactas.
En conclusión, la suma de efedrina, cafeína y aspirina dan lugar a la fórmula perfecta. Su consumo propicia la termogénesis. la descomposición del tejido adiposo y el desarrollo muscular. No obstante, hasta ahora sólo hemos tocado el tema de la pérdida de grasa. Ya es hora de que nos fijemos en la otra cara de la moneda: la lucha contra la acumulación de lípidos.
¿CÓMO DISMINUIR LA TRANSFORMACIÓN DE CARBOHIDRATOS EN GRASAS?
Para evitar que la grasa se deposite de forma permanente en el cuerpo, el primer paso debe ser impedir que los nutrientes se metabolicen en lípidos. La descomposición de los azúcares, las proteínas y las grasas origina citrato. Este compuesto tanto puede ser beneficioso —forma el NADH y así fortalece la cadena de transporte de electrones—, como perjudicial —se convierte en acetil CoA, que se emplea en la síntesis de grasas—. Por lo tanto, conviene que el citrato se destine al primer uso.
El principal culpable de que el citrato se convierta en ácidos grasos y que favorezca la acumulación de lípidos es la enzima ATP-citrato liasa3. Los estudios científicos parecen determinar que el ácido hidroxicítrico contrarresta su acción27-28,29; es decir, evita que el exceso de carbohidratos se transforme en tejido adiposo, con lo que se incrementan los depósitos de glucógeno. Si unimos las propiedades de inhibición del metabolismo de las grasas del ácido hidroxicítrico a las termogénicas y lipolíticas de la efedrina, la cafeína y la aspirina, estaremos solucionando a la vez los problemas de pérdida y de acumulación de lípidos. Ésta será un arma muy poderosa para alcanzar nuestra meta de poseer un cuerpo definido.
LA CANTIDAD Y EL MOMENTO ADECUADOS
Se ha demostrado que 1.000 miligramos de ácido hidroxicítrico administrados tres veces al día pueden reducir la síntesis de h'pidos e incluso aportar su grano de arena para producir cambios en la composición corporal^. ¿Qué proporción de efedrina, cafeína y aspirina necesitamos para disminuir el volumen del tejido adiposo? Larry Hobbs, considerado por algunos como el gurú de la pérdida de grasa, y yo mismo coincidimos en que la forma herbaria de la efedrina, la sinefrina extraída de la cascara de la naranja amarga, es superior a la propia efedrina.
La sinefrina contiene un inhibidor de la fosfodiesterasa que no está presente en la efedrina, lo que significa que podría dar lugar a una mayor termogénesis1132. En mi opinión y en igualdad de circunstancias, este compuesto es preferible a la efedrina. Se ha establecido que 334 miligramos de extracto de naranja amarga (20 miligramos de sinefrina) es la dosis óptima para eliminar la grasa corporal.
Los resultados de un estudio indicaron que 200 miligramos de cafeína junto con 20 miligramos de efedrina posibilitan una pérdida de peso media de 4,5 kilos más que un placebo33. Si a este dato sumáis que los sujetos que consumieron estas cantidades específicas preservaron tres kilos más de musculatura que el otro grupo, estaréis de acuerdo conmigo en que nos hallamos ante una combinación casi mágica. El último ingrediente que completa la fórmula es la aspirina (o su versión herbaria, la corteza de sauce35), cuyos efectos positivos sobre la termogénesis producida por la dieta están ampliamente demostrados36.
Recapitulemos: si tres veces al día tomáis 334 miligramos del extracto de naranja amarga (que proporcionan 20 miligramos de sinefrina) junto con corteza de sauce, más una cantidad de guaraná que os aporte 200 miligramos de cafeína, estaréis cada vez más cerca de despediros de la grasa que afea vuestra figura. Unos 1.000 miligramos de ácido hidroxicítrico (que encontraréis en 2.000 miligramos de Hydroxagen) os permitirán inhibir la acumulación de más lípidos. No obstante, ni que decir tiene que comprar todas estas sustancias por separado os resultaría pesado y costoso. No desesperéis, existe un suplemento termogénico que contiene todos los componentes anteriores, además de cromo, para mejorar la sensibilidad a la insulina, y una dosis extra de L-carnitina, que incrementa aún más su potencia. Con este producto se ha llegado a la cumbre de la eficacia en cuanto a procesos lipolíticos. Se llama Hydroxycut y nos lo ofrece la compañía que lidera la escena de los complementos respaldados por estudios científicos: MuscleTech Research & Development, Inc.